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domingo, 4 de septiembre de 2016

Los regadíos medievales de Écija

"Muchas veces el sonido que estas ruedas hacen se oye a gran distancia, mayormente de noche, que parecer hacer concordancias con la música"
          (Pedro de Medina).

Así describía Pedro de Medina en el siglo XVI los alrededores de la ciudad de Écija, ocupados por numerosos campos de riego gracias a las aguas del Genil. Aunque no podemos tener un conocimiento exhaustivo de los cultivos de aquella época, sabemos por las fuentes documentales que existían considerables extensiones de huertas en el ruedo de la ciudad y en ambas orillas del Genil. Las fuentes  nombran algunas huertas que hoy podríamos identificar como la Alcarrachela, Cuarto, Isla Rendonda o el pago de Alhocén.

Fuente de los Cristianos | Foto: Conocetusfuentes.com
A diferencia de la visión tradicional de campos de regadíos creados por los musulmanes y abandonados por los castellanos al finalizar el periodo de la Recoquista, lo cierto es que la superficie regada artificialmente no sólo se mantuvo tras la marcha de los musulmanes sino que se amplió al roturarse nuevas tierras que, sin embargo, nunca (hasta fechas más recientes) superaron un porcentaje bastante reducido en comparación con el total de la superficie cultivada, alrededor del 0,7%

Los sistemas para asegurar el abastecimiento de agua eran variados: aceñas, galerías, acequias, albercas,...pero, sobre todo, las norias. Entre las norias se distinguían entre norias de vuelo, aquellas movidas por corrientes de agua, y norias de sangre, movidas por animales de tiro. No obstante, teniendo en cuenta la extensión de la zona de cultivo ecijana (hasta 250 metros de anchura en muchos puntos a lo largo del río) la más utilizada era la noria de vuelo. Este tipo de noria necesitaba de la construcción de presas en aquellos cursos de agua donde la corriente natural era insuficiente para mover las grandes ruedas de arcaduces o canjilones. Se creaba un canal de albañilería sobre el que se colocaba la rueda. Bien construida, una de esas norias podía tener una vida de aproximadamente dieciocho o veinte años.

Noria de vuelo en el Bajo Genil | Foto: Albendindesdelatorre.blogspot.com

Con estas obras de ingeniería no sólo se abastecía a cultivos hortofrutícolas sino también a campos de cereal, olivares, lino, leguminosas,...o algodón, cultivo propio del área urbana de Écija que, de hecho, era conocida como Medina Alcotón por parte de los musulmanes. Los campos tenían rendimientos altos para la época y, aunque no poseemos datos completamente fiables sobre la productividad de estas propiedades, la hipótesis más plausible defiende unos rendimientos de cuarenta por uno y de tres o cuatros frutos por año en las huertas.

Otro hecho que incide en el gran valor de estos campos es el interés de las grandes fortunas por hacerse con estas propiedades, algunas en manos de pequeños o medianos propietarios. Los tribunales de agua constituían el último recurso para defender los intereses de los propietarios, además de encargarse del correcto uso del agua y la mejor distribución posible de los turnos de riego. Además, en el caso de Écija se hace referencia también a los Alcaldes de Río, con la función específica de evitar los altercados, en algunos casos saldados con muerte, que se producían en relación con el uso y disfrute de las aguas y, que, por simple lógica, aumentaba sobremanera durante los periodos de estiaje.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
MITRE, E., La España Medieval. Madrid: Istmo, 1999.
RODRÍGUEZ MOLINA, J., "Los regadíos bajomedievales en Écija" en Écija en la Edad Media y Renacimiento. Actas III Congreso de Historia. Sevilla: Ayto.de Écija, 1993.