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1TWEET: "Hoy nuestro blog Écija Historia cumple cuatro años" (04/03/16)

lunes, 28 de septiembre de 2015

Indiana Jones: En busca del Arca Perdida

Título original: Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark
Año: 1981
Duración: 115 minutos 
Nacionalidad:  Estados Unidos
Director: Steven Spielberg
Reparto: Harrison Ford, Karen Allen, Paul Freeman, Ronald Lacey, John Rhys-Davies
Guión: Lawrence Kasdan, George Lucas, Philiph Kauffman
Música: John Williams 
Fotografía: Douglas Locombe








¿Indiana Jones en "Una de Historia"? Está bien. Reconozcamos que no es muy histórico inventarse una tribu en Sudamérica, los obitos, cuyo nombre es homenaje al mítico Obi-Wan Kenobi de la Guerra de las Galaxias (en otra escena aparecen unos jeroglíficos de C3P0 y R2D2), ni muy real viajar en la cubierta exterior de un submarino,pero obviando todo eso...y más, Indiana Jones: En Busca del Arca Perdida es un clásico moderno que supuso la reinvención del cine de aventuras de la mano de Spielberg, el salto al estrellato de Harrison Ford  después de las primeras películas de la Guerra de las Galaxias y, si faltaba algo, la oportunidad de disfrutar de una de las mejores bandas sonoras del cine compuesta por John Williams. ¿Y qué tiene de histórico todo esto? Nada, pero es que además de todo lo dicho, el film consiguió  despertar el interés por la arqueología a varias generaciones.

El doctor Henry Jones Junior (Indiana Jones)

En 1936, el doctor Henry Jones Junior (Indiana Jones) es un arqueólogo atípico que alterna su trabajo en la Universidad con intrépidas aventuras en busca de hallazgos de antiguas reliquias que luego ofrece a los museos. De vuelta de una de sus expediciones, el gobierno norteamericano le pide que colabore en la búsqueda del Arca de la Alianza, en la que también están interesados los nazis. Los servicios secretos de Estados Unidos temen el uso que los alemanes puedan hacer hacer del tal reliquia. Para lograr encontrar el Arca Perdida, Indiana Jones emprenderá un viaje que le llevará por Egipto, Tibet,...en un singular enfrentamiento con el arqueólogo francés Beloc.

El gran despliegue alemán en un protectorado británico
Es sabido el interés de los nazis por las ciencias ocultas y la obsesión de Hitler, igual que la de otros cabecillas nazis como Himmler o Hess, por el esoterismo y el acaparamiento de reliquias a las que se les atribuían poderes extraordinarios. La cúpula alemana del III Reich estaba muy influenciada por las leyendas y mitos de organizaciones que hundían sus orígenes en la vieja Alemania y que tenían a los arios como descendientes de una raza superior. Algunos de los miembros de estas hermandades vieron a Adolf Hitler como el profeta esperado. La mitología que poseían era bastante original y en sus leyendas entraban desde objetos sagrados del cristianismo hasta la Atlántida, la civilización perdida que buscaron en el Tibet, la Antártida o en los Alpes. Esta búsqueda también incluyó la de los objetos sagrados del cristianismo pues el Führer pensaba que de ser ciertos los relatos bíblicos nada ni nadie podría frenar sus ansias de expansión. La lanza (o lanzas) de Longinos, las Calaveras de Cristal, el Santo Grial,...y, por supuesto, el Arca de la Alianza.

Arca de la Alianza
Según el libro del Éxodo del Antiguo Testamento, el Arca fue mandada construir por Moisés para guardar las tablas con los Diez Mandamientos dada por Dios al Profeta. El texto recoge con precisión las instrucciones de cómo debía ser: un cofre de acacia negra de forma rectangular revestido con láminas de oro puro y dos aros a ambos lados. Sobre la cubierta debían labrarse dos ángeles querubines arrodillados mirando hacia la tierra. El Arca quedó cobijada en el Templo de Salomón pero al volver del cautiverio en Babilonia, los judíos descubrieron que el misterioso cofre había desaparecido. En ninguna fuente se habla de que el Arca de Dios acabara en Babilonia y durante bastante tiempo la hipótesis más defendida era que hubiera sido tomada por el farón Sesonq I, que invadió Judá, tomó varias ciudad y controló Jerusalén.

Indiana Jones excavando en Tanis
En la película "En Busca del Arca Perdida" se sigue esta teoría puesto que el Arca Sagrada es descubierta en la ciudad de Tanis, en Egipto. Tanis fue una ciudad próspera en Egipto durante la época de los reyes pastores y, posteriormente, tras un periodo de olvido, durante la XIX Dinastía. De hecho, durante el reinado de las Dinastías XXI y XXIII fue la capital de Egipto, centro de un importante comercio de lino. En un principio se pensó en Tanis como Pi-Ramsés la capital construida por Ramsés II en el delta del Nilo, en parte por la gran cantidad de monumentos con el nombre de Ramsés II en sus jeroglíficos, aunque hoy parece descartada porque la mayoría de monumentos fueron trasladados con posterioridad. En el interior de la ciudad de Tanis se encuentran varios templos, uno de ellos el gran Templo de Amón, varios obeliscos y las tumbas de los faraones de las dinastías XXI y XXII.

En definitiva, la saga de Indiana Jones  son entretenidísimos (al menos, los tres primeros) films de aventuras pero ni la primera ni ninguna de las películas de Indiana Jones pueden tomarse como referencia histórica. De hecho, sólo en "En Busca del Arca Perdida" podemos comentaros varios gazapos históricos. Por ejemplo, en una de las secuencias en las que aparece un mapa, en el mismo están los estados de Irak, Irán y Tailandia. En el caso de los dos primeros, formaban parte por aquel entonces de Persia y en cuanto a Tailandia, aún se llamaba Siam. En varias ocasiones los actores utilizan armamento que aún no se había inventado o  en un modelo distinto al alemán, como un lanzacohetes soviético. Y, por último, un gazapo más que evidente: hasta 1953 el estado de Egipto, donde transcurre la mayor parte de la película, se encontraba ocupado por los británicos por lo que parece fuera de toda lógica que los alemanes pudieran desplegar tal número de fuerzas militares en territorio británico.

Aunque está ambientada en 1936 aparecen Irak e Irán que formaban Persia

martes, 22 de septiembre de 2015

La polémica herencia de Cabeza de Vaca

Lejos de la imagen habitual que se tiene de las grandes propiedades formadas durante la Edad Media o en época moderna, los latifundios no eran ni grandes extensiones, ni sus límites eran tan rígidos y fijos como en un principio podíamos pensar. En muchos casos estas fincas se formaban sumando parcelas separadas unas de otras que las grandes fortunas íban acaparando en un largo proceso. En cuanto a los límites eran flexibles y continuamente se formaron o dividieron los latifundios por distintos motivos.

Pintura sobre la organización de un latifundio

Una de las causas principales de esta división fue la fragmentación a través de herencias. Al dividirse las fincas entre los herederos, no era extraño que las parcelas resultantes fueran de unas dimensiones tan pequeñas que no se tuvieran como rentables y la salida más habitual era la venta a algún propietario interesado. De hecho, así fue en gran parte como el mayor latifundista de la zona de Écija, Lope Álvarez de Hinestrosa, fue acaparando terreno a través de la compra de lotes de tierras heredadas (Para saber más).

Sin embargo, no siempre los nuevos propietarios se ponían de acuerdo fácilmente y surgían tensiones entre los herederos del fenecido. Un ejemplo de lo que comentamos fue el caso de los herederos del jurado Alfonso Fernández Cabeza de Vaca quien, antes de fallecer en 1430, había reunido varias fincas en la parte noroccidental del término de Écija, entre el límite con Carmona y el desierto de la Monclova. En total, sus propiedades sumanban 455 hectáreas separadas en cuatro fincas: Fuente de las Estacas, Fuente de la Picada, El Alamillo y la finca del Río Guadalbardilla.

Fernández Cabeza de Vaca se casó en segundas nupcias con Beatriz Barba con la tuvo una hija. A favor de ellas, el jurado hizo unas modificaciones a su testamento en el que, entre otras mandas testamentarias, ordenaba que se le pagaran cincuenta doblas de oro fino moriscas y cincuenta mil maravedíes. Visto que los hijos del primer matrimonio no cumplían con estas estipulaciones, la viuda acudió al Adelantado de Andalucía, oficial al servicio de la Corona de Castilla con competencias judiciales, quien consiguió el acuerdo de todos los interesados para que se subastaran las propiedades. Como en muchas otras ocasiones, las tierras fueron a parar a manos del comendador Hinestrosa que seguía ampliando sus propiedades.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
CABRERA, E., Sobre la gran propiedad en Écija en el siglo XV. La hacienda del comendador Lope Álvarez de Hinestrosa en Écija en la Edad Media y Renacimiento. Sevilla: Ayto.de Écija, 1993.
MITRE, E., La España Medieval. Madrid: Istmo, 1999.

martes, 15 de septiembre de 2015

La Resurrección del Greco

Cristo Resucitado | Foto: Ciberécija.com
La Hermandad del Resucitado de Écija remonta sus orígenes a finales del siglo XVI en la misma Parroquia de Santa Cruz que hoy es su sede canónica. Sus primeras reglas fueron aprobadas en 1601 sucediéndose varios siglos de historia de la cofradia hasta que, como muchas otras, desapareció durante la crisis del mundo de las hermandades alrededor de 1850, cuando dejó de procesionar. Habría que esperar al siglo XX para que se refundara la Hermandad. Entre finales de los setenta y comienzo de los año ochentas, repareció la hermandad que volvió a procesionar, primero con la imagen de Jesús Resucitado y, a partir de 1988, también con María Santísima de la Alegría. 

Resurreción del Greco en el Prado
Una de las primeras medidas que tuvo que tomar la Junta de Gobierno de la Hermandad fue la restauración de la imagen de Cristo Resucitado, lo que fue encargado al profesor de Bellas Artes, Ricardo Comas. La vinculación de Comas con la ciudad era muy estrecha. Durante su trayectoria profesional había tallado la imagen de María Santísima de las Misericordias de la Hermandad de San Juan, pintado la Capilla Sacramental de la Iglesia de Santa María o esculpido la imagen de Santa Ángela de la Cruz. En 1981 se llevaron a cabo los trabajos de restauración de la Imagen que Ricardo Comas acompañó con una serie de conclusiones. El Cristo Resucitado es una obra anónima del siglo XVI a partir de la restauración se especuló con la posible autoría de Domeniko Theotokopoulos, el Greco.

No somos nosotros los más indicados para decir lo que hay de cierto en esta atribución, ni mucho menos, ni tampoco es el objetivo de esta entrada. Realmente, sólo queremos poner de manifiesto, aunque parece que la relación Resucitado - Greco es una vinculación descartada, cuáles son las semejanzas entre la imagen ecijana y la única escultura de la que se ha demostrado con total certeza la autoría del artista cretense.

Entre 1595 y 1598, el Greco realizó un tabernáculo y una custodia para el altar provisional del Hospital Tavera en Toledo que debía estar coronado por un Cristo Resucitado de unos cuarenta y cinco centímetros de altura. La talla de madera policromada es muy parecida a la pintura de la Resurrección que alberga el Museo del Prado. Tanto la imagen toledana como el Resucitado de Écija, muestran una figura alargada, al modo manierista, con un rostro sereno. Adelanta uno de sus pies, de forma más exagerada en el Resucitado de Tavera, ayudando al espectador a percibir la profundidad, y eleva uno de sus brazos. Las encarnaciones son muy claras, con tonos casi blancos, a excepción del color negro de sus cabellos. El Resurrecto del Greco aparece completamente desnudo, algo no muy acorde con los ideales de la Contrarreforma, mientras que la figura ecijana se cubre con un paño de pureza. 




martes, 8 de septiembre de 2015

Cuando Franco estuvo en La Victoria

Esperamos que nuestro querido lector (o lectora) no se sienta defraudado cuando confesemos que, a pesar del título de entrada, Franco nunca estuvo en la Victoria, al menos que nosotros sepamos. De todos modos, si así fuera, tampoco ese es el objeto de nuestro artículo. Hace tiempo publicábamos una entrada en la que comentábamos como el callejero de la ciudad era un método más de propaganda política. De ahí viene el título, porque lo que sí estuvo en la Victoria fue la Avenida Generalísimo Franco, nombre del callejero que, como muchos otros en Écija, fueron modificados a partir de 1936.

Calle José Antonio Primo de Rivera (actual C/ Del Conde)
Urbanísticamente, el dictador estaba además bien escoltado. La actual Avenida Doctor Sánchez-Malo fue rotulada como General Mola y la calle Mendoza como General Queipo de Llano. Éste último había sido figura indiscutible en el control de la ciudad de Sevilla durante el Alzamiento Nacional. Por su parte, Emilio Mola, conocido como "el Director" entre los conspiradores, fue uno de los principales instigadores del levantamiento, aunque su muerte en accidente aéreo en 1937 dejó el camino expedito para Francisco Franco. La calle La Marquesa se dedicó al General Sanjurjo, quien había anticipado el levantamiento contra el régimen republicano al protagonizar "la Sanjurjada", un golpe de estado fallido en 1932 que le obligó a exiliarse a Portugal. Iniciada la rebelión, murió en otro accidente de avioneta cuando volvía de Portugal.

También tuvieron su reconocimiento en los nombres de las calles, ecijanos que se sumaron a los nacionales desde un primer momento. En homenaje a los rebeldes muertos en el frente de Palma del Río, la calle Juan Páez pasó a conocerse oficialmente como Héroes de Palma del Río. La calle Oñate se dedicó al Teniente Ángel Antonio Alarcón Martín y la Plaza de Puerta Cerrada a Fernando González de Aguilar. El Teniente Alarcón participó en la toma de Palma del Río y luchó en el frente de Peñarroya como miliciano nacional, muriendo en el frente de Teruel. González de Aguilar era Teniente de Caballería en Écija en el momento del Alzamiento Nacional. La mayoría de estos cambios en el callejero se produjeron en los primeros años de la dictadura, aunque la actual Plaza de la Constitución, frente al Palacio de Benamejí, cambio su denominación por la de Tello González de Aguilar y Soto, Conde del Águila, en 1958 en reconocimiento a su apoyo al golpe de estado nacional. José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, partido de ideario fascista que, posteriormente, Franco utilizaría para controlar a la población, tuvo su vía en la calle del Conde. El político José Calvo Sotelo, cuyo asesinato en las vísperas del 18 de julio precipitó el golpe de estado, fue recordado en la calle Carreras.

Avenida de Alemania (actual C/ La Calzada)
Los países aliados de la España franquista tendrían sus huecos en el nomenclator. La Avenida de Andalucía actual, antes de la Guerra Civil, Cerro de la Pólvora o Carretera General, se denominó como Avenida de Italia, país donde gobernaba Mussolini. Aunque la plaza de Colón mantuvo su nombre, desde allí hasta Puerta Palma, se renombró como Avenida de Alemania. No hace falta explicar que uno de los grandes apoyos de Franco para vencer en el enfrentamiento civil fue la régimen hitleriano. La actual Avenida de los Emigrantes se denominó como Avenida de Portugal. Recordemos que desde 1933 se tenía como consolidado el régimen dictatorial de Oliveira de Salazar en el país vecino.

En otros casos, la variación del callejero al final de la Guerra Civil no trajo una toponimia franquista sino que se limitó a recuperar el nombre perdido durante la II República. La calle del Carmen y la Avenida de María Auxiliadora se habían convertido en un homenaje de la Écija republicana al levantamiento de Jaca. La Avenida María Auxiliadora pasó a Avenida de Jaca y la calle del Carmen a Avenida de Galán y Hérnandez, protagonistas del intento de sublevación en Aragón y que terminaron fusilados. Se les devolvía su nombre original. Los ejemplos se repiten en las calles San Antonio, San Juan Bosco o la propia Avenida de la Victoria que en tiempos republicanos fueron rotuladas con los nombres de la sexóloga Carmen Rodríguez "Hidelgart", José Nakens (activista republicano) o Pablo Iglesias (fundador del PSOE). Igual ocurre en calle Santa Cruz que antes de recuperar su nombre fue renombrada como calle Doctor Jaime Vera, médico e intelectual socialista.

Calle General Queipo de Llano (actual C/ Mendoza)
La calle de Santa Ángela de la Cruz se conocía antes de la instauración de la República simplemente como calle Capuchinos pero con la Segunda República pasó a calle Joaquín Costa, el gran representante del "regeneracionismo" en España, hasta recibir la denominación de Sor Ángela de la Cruz con el fin de la contienda. Por último, dos plazas emblemáticas de la ciudad. La Plaza de Santa María recuperó su nombre en 1936 tras conocerse como Plaza de la Libertad en  los años de la República. La de la Plaza Virgen del Valle recuperó su nombre tras triunfar el golpe en la ciudad y después de un periodo republicano en el que se le nominó como Plaza de Carlos Marx.






BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
MARTÍN OJEDA, M. Los nombres de las calles de Écija. Écija: Asoc.Cultural Martín de Roa, 2007

jueves, 3 de septiembre de 2015

Breve Historia del Mundo - Ernest H Gombrich

En 1991 coincidieron las publicaciones de dos obras que llamaron la atención del público en general por su estilo pues precisamente su objetivo era intentar acercar a todos una temática que hasta entonces se había reservado para intelectuales y grandes estudiosos. Nos referimos a El Mundo de Sofía de Jostein Gaarder y a Ética para Amador de Fernando Savater, que bajaban al suelo la Ciencia y la Filosofía. Más de cincuenta años antes, estas obras habían tenido su precursora en la Breve Historia del Mundo que el historiador del arte Ernest H Gombrich publicó en 1935, dedicada a su hija Elsie.

Nacido en Viena en el seno de una familia acomodada de origen judío, Ernest H Gombrich estudió en la Universidad de Viena, concluyendo sus estudios en 1933. Apenas tres años más tarde, con la llegada de los nazis al poder, decidió marchar a Gran Bretaña. De hecho, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial colaboró con la BBC como radioescucha dedicado a traducir las conversaciones al inglés. Finalizado el conflicto, Gombrich trabajó en la Universidad de Londres y fue profesor en las Universidades de Oxford, Cambridge y Harvard.

Su Breve Historia del Mundo está escrita con un tono llano y accesible, de tal modo que aunque aparentemente está destinado a un lector joven, tocan cuestiones de enorme profundidad de un modo cercano y didáctico. Sus explicaciones tienen el talento de irradiar conocimiento sin necesidad de un lenguaje farragoso, complicado o excesivamente academicista. Los capítulos dedicados a la Prehistoria y a los primeros avances de la humanidad son llanamente imprescindibles para todo aquel que o bien quiera conocer la Historia  o bien quiera hallar formas de transmitirla con facilidad a su audiencia.


Estos fenicios no estaban tan alejados de su patria, pues podían escribir cartas a sus amigos de Tiro o Sidón. Cartas con aquella escritura maravillosamente sencilla descubierta por ellos, con la que...todavía seguimos escribiendo hoy. ¡Sí, de veras! La B que ves aquí es una letra muy poco distinta de la que emplearon los antiguos fenicios hace 3.000 años para escribir desde lejanas costas a su casa, a aquellas pululantes y activas ciudades portuarias de su patria. Ahora que lo sabes, no olvidarás ya, seguramente, a los fenicios.

Gombrich con sus nietos
Personalmente, recomendaríamos aquellos párrafos en los que se explica la evolución del hombre para conseguir un alfabeto con el que transimitir sus conocimientos. El párrafo anterior extraído del capítulo P.U.E.D.E.S.L.E.E.R. (sugerente título) es muestra de lo comentado con anterioridad en cuanto su estilo. Evidentemente también tiene sus imperfecciones y sus visiones partidistas, fruto de su formación británica. Gombrich ahonda en la "leyenda negra" de los españoles en la conquista de América, obviando sin embargo los hechos protagonizados por los anglosajones, sin ir más lejos, en América del Norte. Sin pretender entrar en muchos detalles, algo parecido ocurre con el pasaje de la Armada Invencible.

Aunque la primera edición tuvo lugar en 1935, Gombrich decidió revisarla en 1998 de modo que al extenderse hasta los tiempos actuales consiguió introducir hechos tan importantes para la Historia Contemporánea como la Segunda Guerra Mundial y el holocausto judío. Aquí de nuevo humaniza la Historia al reconocer que la obra en su primera versión cayó en errores de interpretación que intenta corregir en esta nueva edición.

Para concluir os dejamos con la frase con la que la historiadora y escritora, Amanda Vickery, resume su visión de esta pequeña obra: "Gombrich hace la definición más mágica que he leído de la Historia. Tolerancia, Razón y Humanidad impregnan todas las páginas de la Breve Historia del Mundo".