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1TWEET: "Hoy nuestro blog Écija Historia cumple cuatro años" (04/03/16)

martes, 28 de julio de 2015

La Custodia de Alfaro

Igual que había tres jueves que relucían más que el sol, la plata de tres custodias realizadas  por el orfebre Francisco Alfaro son las que más relucen: las custodias de Carmona, Marchena y Écija. Alfaro había nacido en Córdoba en 1548, hijo del platero Diego de Alfaro y desarrolló su trabajo como orfebre en Andalucía. La custodia para Écija se puede visitar en el Museo Parroquial de Santa Cruz y fue realizada entre 1578-1586 por lo que, junto a las otras mencionadas, forman parte de las obras de juventud del artista cordobés.

Custodia de Santa Cruz | Foto: artebarroco.es
La custodia de Santa Cruz no tiene valor únicamente por sí misma sino que además lo tienen por ejemplificar las influencias italianas y miguelangelescas que fueron llegando a España durante las últimas décadas del siglo XVI, en un claro paso hacia el manierismo, estilo definido inicialmente como la imitación de la producción de los grandes artistas del Renacimiento. Las ideas italianizantes se muestran en las influencias arquitectónicas, muy especialmente de tratados de arquitectura como los de Sebastiano Serlio o de arquitectos españoles como Hernán Ruíz. Por ejemplo, el primer cuerpo está ocupado por un arco del triunfo, se usaban columnas de orden clásico y el remate era formado por un tholos o templete circular.

En realidad, la obra ecijana se estructura en tres cuerpos más un pedestal añadido durante el siglo XIX. Sin el pedestal, la altura de la custodia alcanza 1,90 m a los que sumar los 0,80 m del pedestal decimonónio. El primer cuerpo cobija bajo el arco triunfal al Santísimo rodeado de las esculturas de los doce apóstoles. El segundo cuerpo está ocupado por el pasaje del sacrificio de Isaac. Las esculturas de bulto redondo recostadas sobre los frontones entre cada uno de los cuerpos recuerda los profetas de Miguel Ángel, por ejemplo en la Capilla Sixtina y en otras de sus obras. El remate está ocupado por la figura de Jesús Resucitado sobre el anteriormente citado templete circular.


Custodias de Marchena, Écija y Carmona

martes, 21 de julio de 2015

La casa de Díaz Custodio.

Casa de Juan Díaz Custodio | Foto: IAPH
Este inmueble situado en la calle de la Calzada, justo enfrente del torreón de la muralla, fue noticia hace unos años (en verano de 2012) porque la vivienda se había puesto en venta con un precio de salida de un millón de euros. Era un ejemplo más de cómo la crísis económica afectaba a los propietarios de estas casas palaciegas que no podían hacerse cargo, en este caso y en otros similares, a los enormes gastos derivados del mantenimiento.

La casa perteneció a Juan Nepomuceno Díaz Custodio, profesor de Física y licenciado en Derecho, nacido en Écija en 1875. Tanto su padre como su hijo fueron concesionarios del servicio de alumbrado público de la ciudad, empresa en la que Díaz Custodio también colaboró. Tras contraer matrimonio en 1901 decidió trasladarse con su esposa a esta vivienda tan cercana a la plazuela de Colón. Además de por su faceta profesional, Juan Díaz Custodio tenía una afición, la fotografía, que le ha convertido en fuente documental del pasado de la ciudad.

El edificio tiene una parcela de 1.000 metros construidos sobre una parcela de 768 metros. La vivienda es una casa palaciega del siglo XVIII con cubierta a dos aguas con tejas árabes, policromadas las de las aristas. La portada es adintelada, sin decoración y con uso del ladrillo. En el interior, además de ocho dormitorios o cinco baños, la vivienda cuenta con un hermoso patio de capiteles de de castañuelas de dos cuerpos porticados.

Vídeo de www.casasenelsur.es

martes, 14 de julio de 2015

El dramático paso del corral al teatro.

En 1772 el corral de comedias de Écija se transformaba en un teatro, esto es, el espacio para los espectadores se cubría con una techumbre que evitaba la suspensión de las representaciones por motivos meteorológicos y la escena se adaptaba a la moda italiana con arco en el proscenio y un amplio foso. La población se volcó con el nuevo edificio (o con la renovación del mismo) y acudió en masa a las primeras representaciones...pero era sólo un espejismo. El último cuarto del siglo XVIII fue un camino tortuoso para las representaciones teatrales en la ciudad y para el propio edificio. 

Recreación de un corral de comedias
Las representaciones teatrales fueron prohibidas por presión de la alta jerarquía eclesiástica que consideraba inapropiadas para la moral del pueblo la mayoría de las obras teatrales. A pesar de que el teatro era un bien propio del municipio y que generaba rentas a la ciudad, las funciones fueron suspendidas. Precisamente, por su condición de propiedad de la ciudad, se repitieron las propuestas para darles nuevos usos. Apenas habían pasado diez años desde su renovación, cuando se planteó la posibilidad de transformarlo en viviendas o, más tarde, en un cuartel de infantería para tropas transeuntes.

Fallidos los dos intentos anteriores, en 1784 se decidió derribarlo para levantar un nuevo cuartel para las tropas reales. No se llevó a cabo por la eterna lentitud admnistrativa y, otra vez, se propusieron nuevas funciones para el ajado edificio. Primero, se planteó que fuera cobijo para las mujeres prostitutas de la localidad a la espera que se terminara de levantar la Casa de la Misericordia que se había proyecto, y sí llegó a utilizarse como hospital. Su uso como hospital sirvió para mantenerlo en pie y, de hecho, a pesar de tantas idas y venidas, periodos cerrados y otros en los que su uso no era el previsto, el teatro no debía estar en muy malas condiciones porque con la proclamación de Carlos IV se permitió, de nuevo, la realización de diferentes espectáculos.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
BOÑALOS DONOSO, P., "El teatro astigitano en los albores de la época contemporánea: del monopolio municipal al libre comercio (1775-1833) en Écija en la Edad Contemporánea. Actas del V Congreso de Historia. Écija: Ayuntamiento de Écija, 2000. 

lunes, 6 de julio de 2015

De epidemias y cementerios.

Hace tiempo dedicábamos una de nuestras entradas a comentar cómo se había buscado la ayuda divina para superar una de las epidemias de fiebre amarilla que había padecido la ciudad de Écija a principos del siglo XIX (Virgen del Valle, protectora contra la fiebre amarilla). Tal enfermedad, aunque endémica en algunas regiones de América Central o África, hallaba en Andalucía, y en las inmediaciones de Écija, las condiciones propicias para el mosquito Aëdes Aegypti, transmisor del virus: veranos calurosos, un alto grado de humedad, población receptiva,...Además, en la primera década del siglo XIX se sucedieron lluvias abundantes que provocaban el desbordamiento del Genil y otros arroyos, además de la ruina de las cosechas y periodos de escasez.

Cercado de la Misericordia | Foto: IAPH
Centrándonos en un aspecto concreto de la política higiénico-sanitaria de la época, los enterramientos se realizaban en suelo sagrado aunque a finales del siglo XVIII el monarca Carlos III había promulgado una Real Orden en la que instaba a las autoridades a construir cementeros a las afueras de las ciudades. Con los brotes de fiebre amarilla de 1800 y 1804 (las epidemias se sucedieron a lo largo del primer cuarto del siglo XIX), el problema de los enterramientos intramuros alcanzó unas dimensiones preocupantes. Ya en 1800 la Junta de Sanidad ordenó que los enterramientos se realizaran en el cementerio del Hospital de San Sebastián y sólo un año más tarde se indicaban las ermitas de las Peñuelas, San Benito, Virgen del Camino y Humilladero, todas separadas de la población, como ubicación para los enterramientos.

Coincidiendo con la epidemia de 1804 se establecieron las premisas para poner en funcionamiento un nuevo camposanto, el Cercado de la Misericordia, con la excepción de los sacerdotes y titulares de patronato a los que se les permitió en un primer momento ser enterrado en lugar sagrado. No obstante, las condiciones en el Cercado no fueron las esperadas y durante estos años incluso se pensó en cambiar la ubicación de la feria que se celeraba en las calles cercanas. La Junta de Santidad tuvo que ordenar repetidamente las mismas medidas para que se llevaran a cabo efectivamente como abrir zanjas de más de dos varas de profundidad o el uso de cal para cubrir los cadáveres. Sin olvidar aquellos trabajadores que no cumplían con la tarea encomendada como aquel enterrador siempre ebrio y que exhumaba los cadáveres para robar sus pertenencias.

No nos resistimos a trasladar a nuestro blog los comentarios que hizo la Junta de Sanidad sobre el estado del Cercado de la Misericordia:
Al andar sobre las sepulturas se hunden mucho los pies; los montones de cal no manifiestan haverse tomado alguna de ellos en mucho tiempo; hay varias sepulturas de algunas personas señaladas separadas de la zanja común y muy a flor de piel; se ve un diluvio de moscas sobre ellas y se advierte un hedor intolerable en aquellos sitios. Estoy informado que por muchos días se tienen varios cadáveres al sol, sin enterrar, y que entran y salen perros...

A partir de 1812 todos los enterramientos se practicaron en el Cercado de la Misericordia y a finales de siglo se abrió un nuevo camposanto más allá del Valle. No obstante, cuando se inauguró el cementerio en 1885 habían pasado casi 80 años desde la última epidemia de la fiebre amarilla.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
MARTÍN OJEDA, M. "Epidemias de fiebre amarilla en Écija. Años 1800 y 1804" en Écija en la Edad Contemporánea. Actas del V Congreso de Historia. ´Écija: Ayuntamiento de Écija, 2000.



miércoles, 1 de julio de 2015

El Pósito del Pan de Écija

El Pósito de Pan tenía como cometido regular el precio del cereal (especialmente del trigo), evitando la escasez o el aumento de los precios en los años de malas cosechas, y los desplomes de precios en los años de bonanza comprando los sobrantes. No era extraño que para ejercer su función actuara en ocasiones embargando las cosechas o ejerciendo el derecho de tanteo. Además, estaba obligado a renovar el trigo almacenado para que no se pasara, comprando el trigo nuevo y vendiendo el trigo viejo.

Para principios del siglo XVI, la ciudad de Écija contaba con un edificio destinado a Pósito del Pan en las inmediaciones de  Santa Bárbara. Sin embargo, parece que no reunían las condiciones más adecuada para su fin, comenzando por el ehecho de que el edificio no era propiedad del concejo sino que era arrendado por los herederos de Nuflo Ramírez Galindo, vecino de la villa de Madrid. Su cabida estaba en torno a las 3.000 fanegas, lo que provocaba la mala conservación del pan y de desabastecimiento, porque ante los problemas de mantenimiento se decidía vender antes de tiempo.

Iglesia de Santa Bárbara | Foto: iaph.com
Por lo ya citado y por otras causas, se decide construir un nuevo Pósito del Pan en Puerta Cerrada. La zona estaba viviendo en los últimos años un proceso de revitalización. Hasta entonces se había denunciado la existencia de un muladar (vertedero diríamos hoy) que constituía un foco de insalubridad, además de la mala imagen que daba pues se ubicaba junto a una de las puertas de acceso a la ciudad y suponía un perjuicio para las actividades mercantiles que se daban en la zona.

El nuevo edificio intentará mejorar todas las insuficiencias del existente en la collación de Santa Bárbara. Su cabida era bastante mayor. En realidad, si se cubría una parte del edificio podría alcanzar la cifra de 20.000 fanegas. Además, contaba con cámaras altas por lo que el pan no estaba en el suelo, lo que favorecía su conservación. Disponía de cerraduras y de un guarda, de lo que carecía el anterior y, al estar dedicada la parte baja a alhóndiga, los vendedores podían dedicarse a la venta e pan, harina y otros productos relacionados.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
YAGUEZ BOZA, Mª del Carmen: "Espacios económicos en Écija. Datos para su estudio" en Actas III Congreso de Historia de Écija. Écija en la Edad Media y Renacimiento. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1993. pp. 403-420.